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(ESP) La española: Sinopsis del relato sobre la presencia hispana en Ontario, Canadá



















Por Guillermo Bañuelos.


Juana Pereira goza viendo jugar a sus dos niños a la vera del río. Recuerda su infancia en Sevilla y los juegos que tanto disfrutaba con su padre en las rocas del Guadalquivir.  A pesar de los años de no haberlo visto, Juana aún siente mucho cariño por su padre y se ilusiona con la idea de encontrarlo un día -muy pronto quizás- para que conozca a sus nietos. Siendo Juana niña, su padre marchó hacia la América en un bergantín a  probar fortuna. Para sobrellevar la pobreza y el abandono, ella se casó a los 16 años con el capitán Gonzalo de Zumárraga y después de un tiempo breve, marchó hacia la Florida con su esposo. Casi se mueren de hambre y de sed cuando quedaron varados en el mar del Sargazo, durante un tiempo más largo de lo que Juana quiere recordar.Su esposo, el capitán, solía emborracharse y le pegaba frecuentemente. Al llegar a la Florida y después de varios incidentes violentos, Juana escapó  con una caravana de comerciantes de pieles que marchaba hacia el norte. Después de un largo y penoso viaje, llegaron a un asentamiento donde un día conoció a un joven y ambos se enamoraron. Tras un noviazgo no convencional, la joven fue aceptada en la comunidad y en la familia del novio,  y así comenzaron una nueva vida juntos. Los niños llegaron rápido y a los pocos años eran dos traviesos que jugaban y reían saltando alegremente entre las rocas del río. De pronto, Juana salió de su embrujo y, entonces,  vio llegar desde un recodo del río a un grupo numeroso de hombres barbudos en cuatro embarcaciones.  Al ver a Juana, los hombres gritaron  alterados algo en un idioma que ella no comprendió totalmente. Asustada, Juana llamó a sus niños gritándoles para que vinieran junto a ella. Los dos niños acudieron  presurosos y así los tres se marcharon rápidamente del río hacia la seguridad de su hogar.

 


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