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(ESP) El toreo, una expresión intemporal, de su épica y su cruce de fronteras



















Por Fabiola Flores López.


La tauromaquia es una especie inclasificable y en peligro de extinción. El único rito laico que desciende de la tragedia griega y ha llegado hasta nuestros días, eso ya es un milagro. Además, tiene una doble cualidad, es universal y local. Universal en el sentido de que cualquier ser humano que predisponga su sensibilidad a experimentarla puede descubrir desde un mero mosaico plástico hasta un ensayo de metafísica donde se abrazan la ética y la estética. Es local porque a pesar de ser un rito reglado y repetitivo, adquiere de cada pueblo y lugar en que sucede, particularidades esenciales. Seis países en América, tres en Europa y un territorio español en África viven sus fiestas locales con el color de la tauromaquia y cada una le atribuye sus muy particulares formas de sentir, bailar, cantar, comer y celebrar al toro. Artistas y creadores han sido cautivados por la tauromaquia. El gran poeta, Federico García Lorca, probablemente haya escrito una de las más bellas elegías en lengua española y fue precisamente a su muy cercano amigo y mecenas Ignacio Sánchez Mejías, matador que perdió la vida al ser corneado cuando ponía banderillas…




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